jueves, 24 de marzo de 2022

Reflexiones a pie de río


Recuerdo antaño los inicios de temporada, noches en vela para no dormirme y ya con las primeras luces del día salir a pescar, en el Rio Piñera, que pasaba por delante de casa y tenia truchas en abundancia.

Ser hijo de Roberto “el Moscón” que era con diferencia el mejor pescador de la zona era un plus, conocía a la perfección el rio y todos los secretos del rio a pesar de tener 10 o 11 años. Mi padre siempre se adelantaba a mi, cuando junto a mi hermano, Rafa González nos levantábamos,  mi padre ya no estaba, yo creo que lo hacia  intencionadamente, para que nos buscásemos la vida y aprendiésemos por nuestra cuenta, que resolviésemos por nosotros mismos los problemas.

Aquellos regatos que tenían truchas se fueron quedando sin vida, los vertidos, el abandono, muchos no ven el sol en todo el año, es verdad que las repoblaciones con las que siempre fui escéptico están dando sus frutos y ya se ven algunas truchas, pero el estado de estos continua siendo una asignatura pendiente.

Recuerdo que  el debate sobre pesca sin muerte, sobre los cebos, no existía, pero en cambio si escuchaba a mi padre que fue un adelantado a su tiempo, decir que los vertidos mas temprano que tarde, acabarían con los regatos. El tiempo le dio la razón, y hoy tenemos que volver sobre nuestros pasos para recuperar lo destruido.


Tradicionalmente las limitaciones impuestas al empleo de determinados cebos han venido establecidas por lo que podríamos llamar un criterio de «eficacia», esto es, se limitaba el empleo de un cebo que se consideraba excesivamente eficaz.  Desde el punto de vista técnico esta limitación no tendría mucho sentido en el momento en que se fijase un cupo máximo de capturas de una forma racional (ajustándolo a la intensidad y eficacia de la presión de pesca y a las existencias de peces en el tramo), puesto que es lo único en que repercutiría el empleo de un cebo más eficaz sería en disminuir el tiempo necesario para alcanzar dicho cupo. Sin embargo, la falta de datos sobre las poblaciones de peces y sobre la presión de pesca, así como la falta de medios para controlar de forma adecuada al cumplimiento de los cupos, ha hecho que los cupos de captura no suelan fijarse. La escasa consistencia de los criterios técnicos utilizados a la hora de determinar los cupos y los cebos autorizados, así como la tradicional falta de información , no ha hecho sino favorecer el desarrollo de la importante polémica que ya de por sí desata el empleo de cebos naturales dentro del colectivo de pescadores por motivos muy diversos.

La mortalidad en devolución es un factor especialmente importante en aguas sometidas a una considerable presión de pesca, en las que la probabilidad de que un pez sea capturado es elevada ((como ocurre con la mayor parte de nuestras poblaciones naturales de trucha común). Parece obvio que si un número elevado de los peces que se devuelven al agua murieran posteriormente, no sería justificable imponer su devolución. Por otro lado, si la mortalidad no fuera apreciable, la población podría soportar una determinada presión de pesca sin ponerla en peligro. Por ello resulta imprescindible conocer la mortalidad que originan entre los ejemplares capturados las distintas artes de pesca, ¿Tenemos esos datos?.

l final el resumen de todo es sencillo, los cupos se ponen solos, de poco sirve incidir en estos, en los cebos y demás, si no hacemos nada por mejorar la calidad de las aguas.


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