martes, 21 de marzo de 2017


Eliseo había leído mucho sobre este tipo de pruebas que se realizaban en Francia sobre jabalí salvaje, el problema radicaba en la escasez de jabalí que en aquella época era palpable por estos lares, la idea fue hacerlo con un jabalí “domesticado”.

Asi se inician estas pruebas, en aquella primera la escasez de perros de jabalí en Asturias era palpable. Algunos de los perros que participaron eran perros de reconocida valía en la caza del jabalí, El Lider, de Gerardo el de la Marea, o el  Moro de Milio el de Tospe.

La idea era organizar un evento con la  participación de los monteros asturianos, aunque también lo hizo algún perro de otras autonomías, con la idea de vivir jornadas cinegéticas con los perros, intentando buscar el parecido mayor dentro de lo posible entre la caza y las pruebas.

Más tarde, al año siguiente en A Capelada se disputó el II Concurso Nacional de Perros de Rastro,, a lo largo de dos días, y ya se contaba con el primer reglamento de la modalidad escrito y consensuado por monteros de reconocido prestigio. Ese reglamento dio origen al actual, reconocido por la Federación Española de Caza, un reglamento que tiene a Andrés Tojeiro como uno de los máximos artífices.

En tierras gallegas va a tener lugar un hecho importante y, que marcara el devenir de estas pruebas, que se irán alejando poco a poco del espíritu con el que habían nacido para convertirse en lo que son hoy en la actualidad, pruebas que poco o nada tienen que ver con la caza, pruebas que son un escaparate para vender perros de  corto recorrido, pruebas donde escuchamos más al conductor que al perro. Pruebas en definitiva que no tienen ninguna aplicación en el mundo del perro de rastro ni en la caza.

Ese hecho al que me refería ocurre cuando Eliseo participa con la Chula, que en aquel momento estaba muchos peldaños por encima del resto, lo mismo que el montero y,  en lugar de ir por las marcas lo hace  por fuera de ellas, pero muy cerca. Paran la prueba y los jueces deliberan, dudan si descalificarles o mandarle repetir. Tojeiro se acerca a Eliseo y le comenta que van a deliberar. La respuesta de Eliseo es rotunda” hacer lo que consideréis, pero será la última vez que me juzgue gente que de esto sabe más bien poco,”
Síntoma claro de falta de conocimiento y de falta de altura de miras para intentar que las pruebas se acerquen a la caza real en lo que a rastros se refiere por parte de los jueces.

Deciden que repitan y la Chula vuelve a vencer con más de 100 puntos de diferencia sobre el segundo. Ese día  y ante la incredulidad de su entorno Eliseo que había sido el mentor de estas pruebas decide que no va a participar más en estas pruebas. Y asi lo hizo jamás participo en más pruebas ni él ni perros de su propiedad.

Desde aquella primera prueba hasta hoy día mucho llovió y también hubo un gran incremento de este tipo de eventos. En la actualidad se celebran en Galicia Asturias, Cantabria, Castilla y León, Euskadi y Navarra también se celebran pruebas de esta modalidad. 

Pero, después de tantos años, las pruebas ni han evolucionado ni han desembocado en un beneficio sustancial ni a los perros ni a la caza.

Hoy los perros y los monteros se han especializado en este tipo de pruebas, perros que son “entrenados” para esto, en muchos casos perros mediocres en el monte. Los monteros TOP y los perros TOP en caza no son asiduos de este tipo de pruebas, en muchos casos las aborrecen.

En definitiva se han alejado del espíritu con el que nacieron para convertirse en competición pura y dura,  en la que cualquier parecido con la caza real es pura coincidencia, predomina el mercantilismo por encima de todo y que, como consecuencia del reclamo que  ofrecen en forma de premios de todo tipo se han masificado y ya ni tan siquiera el concursante dispone de tiempo como en sus inicios.

Que nadie se engañe, están pruebas están viciadas y muchas virtudes de los perros de concurso son defectos en el perro de caza, y muchos de los defectos del perro de concurso son virtudes en el perro bien cazado.

Dicho esto vaya nuestro respeto hacia los que han decidido especializarse en este tipo de pruebas, y nuestro reconocimiento a los que organizan estos eventos, en muchos casos de forma altruista. Trabajo y esfuerzo que es justo reconocer. Y debemos valorar la dedicación que supone tener un buen perro de concurso.

Pero no podemos confundir ni comparar perros de concurso y conductores de estos con perros de jabalí y moteros. Aunque hay excepciones, pero las menos.
 La competición consiste, básicamente, en el seguimiento de un rastro de jabalí con la ayuda de un perro conducido por medio de una traílla.

El rastro, para las dos fases del concurso (clasificatoria y final), se realiza con la ayuda de un jabalí doméstico dos o tres horas antes del comienzo de dicha prueba.

La escala de puntuación es común a todas las pruebas, quedando expresada según la siguiente tabla de equivalencias:

Deficiente ....................  0 puntos
Insuficiente ..................   1 punto
Suficiente ..................... 2 puntos
Bien .............................  3 puntos
Muy bien .....................  4 puntos
Excelente......................  5 puntos

Es decir, que cuando se considera que un perro tiene una buena voz, o cualquier otro criterio a juzgar, se pone una nota de 3. Si se considera que el criterio a juzgar alcanza la consideración de excelente, debe de alcanzar la nota de 5.

Los criterios de juicio, en la pruebas de rastro, van dirigidos a los componentes del equipo participante, es decir, tanto al perro como al montero.

Criterios respecto al perro

Por lo que se refiere al perro de rastro, parte indispensable de este binomio, los puntos a tener en cuenta por los jueces para puntuar su actuación son un total de quince:

1. Corte de rastro en perpendicular. Se produce cuando el perro, entrando perpendicularmente al rastro trazado, lo detecta e indica claramente. Este criterio se valora con un 5 o con un 0; es decir, corta o no corta.

2. Tardanza en la indicación. Es el tiempo que tarda un perro en indicar, vocalmente o por su actitud, que está siguiendo un rastro.

3. Facilidad de seguimiento. Capacidad que tiene un perro para seguir, sin grandes interrupciones, el rastro de los jabalíes.

4. Voz. Ladridos que emiten la mayoría de los perros al seguir un rastro.

5. Frecuencia de voz. Cantidad de ladridos que emite un perro sobre el rastro en relación con la velocidad normal de rastreo.

6. Demasiada perseverancia en las faltas. Es la frecuencia con la que el perro pierde el rastro.

7. Resolución en las faltas. Capacidad que tiene un perro para retomar, lo más rápidamente posible, el rastro perdido.

8. Velocidad. Es la relación que existe entre el trayecto recorrido, por perro y montero, sobre el rastro y el tiempo que emplean en hacerlo.

9. Fijación del rastro. Se trata de una parada obligatoria, a la orden del juez, del equipo sobre el rastro. Durante la pausa el perro tendrá que aumentar el ritmo de voz, indicando constantemente el sentido de la pista y adoptando una inmovilidad casi absoluta. Su valoración se determina en función del tiempo de fijación, que oscilará entre un mínimo de cinco segundos y un máximo de treinta.

10. Adhesión al rastro. Capacidad del perro rastreador para seguir las pistas de jabalí sin desviarse apenas de la trayectoria descrita por el suido.

11. Marca el rastro en falso. Hay perros que yéndose fuera del rastro continúan señalando éste vocalmente, aun faltando partículas odoríferas.

12. Cortes de voz sobre el rastro.  Cuando los perros, aun siguiendo el rastro, dejan de indicarlo vocalmente durante un tiempo.
13. Comportamiento en la traílla. Se valora cómo se comporta un perro en cuanto a la tensión, a los tirones y a los movimientos bruscos que puede ejercer sobre la traílla.

14. Estilo. Es la expresión fisiológica y psíquica que muestra en la realización del trabajo: forma de andar, posición de la cabeza, método de trabajo en las faltas, sagacidad, etc.

15. Manejabilidad. Un perro es manejable cuando obedece eficazmente las órdenes del montero: correcto control en las veredas, lazos en las faltas, regularidad en la búsqueda, etc.

Criterios respecto al montero

También el cazador es puntuado en estos concursos, valorando:

16. Educación y deportividad. Es la conducta demostrada por el montero a lo largo de su actuación.

17. Trabajo y estilo del montero. Forma en la que el montero interviene en las acciones que le corresponden: dar las órdenes que procedan, ayudar al perro a desenmarañar el rastro, dar vuelta sobre lo andado, actuar convenientemente en los casos de perseverancia exagerada en las faltas, etc.

18. Cohesión. Es la compenetración existente entre el montero y el perro.

La ficha es semejante a esta:




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