Iniciamos un nuevo año y entramos en la recta final de una temporada atípica, es momento para volver la vista atrás y hacer balance.
Hemos perdido demasiadas cosas y los más triste, a demasiadas personas. Este año 2020 ha sido largo, duro, un año de sufrimiento, una pesadilla interminable que aún nos sigue martirizando.
Nos espera un año muy duro, no debemos confiarnos. Cuando vuelva la normalidad volverán los ataques a nuestro colectivo, vamos a tener que sortear muchos obstáculos, cada día habrá que defender con ahincó nuestro derecho a cazar y para ello es necesario no malgastar esfuerzos de forma individual, es momento de aunar esfuerzos, remar en la misma dirección, de lo contrario el futuro será muy negro.
Tenemos que saber lo que queremos y a donde vamos, la hoja de ruta ha de ser clara, no hay viento favorable para la embarcación que no sabe a dónde va. El futuro pasa por ser un colectivo unido, luchar por defender la caza como herramienta de gestión indispensable, trabajar para que la sociedad cada día más urbanita profundice en los aspectos positivos de la caza, transmitir el papel irremplazable de la actividad cinegética como alternativa en aquellas zonas rurales más desfavorecidas.
Tenemos mucho trabajo por delante, la situación económica será un obstáculo más en la supervivencia de las Asociaciones de Cazadores, las poblaciones cinegéticas ya de por si mermadas con enfermedades como la del corzo, los lobos siguen dañando de forma importante las dinámicas poblacionales de jabalíes, venados y rebecos y ahora estas “nevadonas” de enero que van a hacer estragos. Nada nos puede intimidar, tenemos que presumir de ser CAZADORES y CONSERVACIONISTAS.
Disfrutar del año que comienza, que nos traiga muchos lances, pero sobre todo mucha salud.
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