El pasado año el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias concedió a la Asociación de Pescadores El Esmerillón, que colabora en labores de piscicultura con el Principado, el centro ictiogénico del Horrín, en Infiesto (Piloña). La medida ha sido ratificada por el que fuera viceconsejero de Medio Ambiente, Benigno Fernández Fano, en reunión mantenida en el Ayuntamiento con los representantes de la citada asociación y el propio alcalde de Piloña a quien se le ceden, igualmente, el resto de terrenos aprovechables como reserva de caballos asturcones.
Desde hace años este centro de Infiesto, conocido como la piscifactoría, ofrecía una situación de abandono y desidia difícilmente explicable, habiendo sido una instalación pionera en la repoblación de los ríos asturianos. En efecto, un Real Decreto de 27 de mayo de 1882 preveía la creación de una piscifactoría en Asturias, concretamente en el rio Nalón, sin embargo las actuaciones del ingeniero de Montes gijonés don Ricardo Acebal del Cueto cambiaron el proyecto para instalar esa piscifactoría en el tramo bajo del rio Espinaréu, en las inmediaciones de su desembocadura en el rio Piloña. El interés por la ictiología de Acebal se despierta a raíz de las visitas que realiza a los acuarios de París y Londres, llevando a cabo en 1880, y en el lago Enol, el primer ensayo de repoblación piscícola efectuada en Asturias. Tras visitar las instalaciones del monasterio de Piedra (Zaragoza) en donde se aplicaban las técnicas más novedosas de incubación, cria y repoblación de las aguas continentales en España, así como las de Mugaire (Navarra), concibe el proyecto de crear en Asturias una instalación semejante a las anteriores.
En efecto en abril de 1890 propone a la Diputación de Asturias un proyecto que no concitó en aquél momento el interés de los diputados; no obstante él toma contacto con el Ministerio de Fomento, reforma y mejora su primitivo proyecto, llega a formar parte de la Comisión que se reúne en Madrid por el ministro Bosch para elaborar un nuevo borrador de actuación piscícola, y en 1902 recibe el encargo gubernamental de elegir un emplazamiento adecuado para establecer una piscifactoría en la cuenca del rio Sella.
Tras estudiar esta cuenca asturiana y la de sus afluentes no le parece idóneo el encargo, y como alternativa elabora un informe con fecha 10 de noviembre de 1902 en el que recomienda como lugar óptimo el arroyo de Espinaredo (Piloña) por «la bondad de sus aguas frías, diáfanas, incoloras, insípidas, acusando la presencia de carbonato de cal y sin sulfatos, el ser poco susceptibles de enturbiamiento y teniendo un grado hidrométrico de 5,7 a 6, constituyendo un tipo casi ideal para el objeto».
En mayo de 1905 la Diputación Provincial solicita al Ministerio de Fomento se habilite en los Presupuestos Generales la partida necesaria para proceder a la instalación de la Piscifactoría de Asturias, en Infiesto. El mismo don Ricardo Acebal dirigirá las obras que se prolongarán hasta el año 1910, año en que cesa en sus funciones y en el que ya están casi concluidas. El presupuesto inicial en el que se contemplaba la adquisición de terrenos ascendía a 17.504 pesetas con el que se pagó además la construcción del edificio destinado a laboratorio, los canales de conducción de agua y la presa necesaria para captar una parte de la corriente del rio. Una compuerta de un metro de ancho regulaba el caudal del agua desviada por un cauce de dos metros de ancho. Ya en la piscifactoría, el canal contaba con compuertas y rejillas para impedir el paso de broza arrastrada por el agua. Desde aquí, después del proceso de decantación, el agua era conducida por tubería de plomo al interior del laboratorio. También se construyeron los estanques de alevinaje, de tres metros de largo, por uno de ancho y ochenta centímetros de profundidad. Ante la fachada del laboratorio se ubica un estanque ornamental, seguido de otro atravesado por un rústico puentecillo de madera.
Estas primeras instalaciones fueron ampliadas en 1909 con nuevos canales y nuevos estanques que se distribuyeron a ambos lados de una espaciosa calle de ocho metros de anchura. En esta ampliación se atendió con particular cuidado el atractivo de los estanques, a muchos de los cuales se les dotó de suelo natural y se provee a los mismos de un montículo central de piedras, fijando en las márgenes y en el fondo vegetación acuática como rábano acuático, los berros, la estrella de agua, las lobelias y las flotantes ninfeas o nenúfares. En las orillas se plantan diversas especies de adorno, arbóreas y arbustivas, que atraen a los mosquitos para los peces y brindan sombra y sosiego.
La capacidad de las instalaciones descritas arroja una superficie de 5.600 metros cuadrados y de 7.100 metros cúbicos de volumen de agua. La capacidad en huevos fecundados fue de 434.000 por año; el número de alevines de 40.000; el de peces adultos reproductores de 5.700 ejemplares y otros 2.000 más para cria media. Las especies con las que se trabajó fueron la trucha arcoíris, la trucha común y el salmón.
Con esta reforma se procuró también crear un área de recreo, una zona verde que proliferaba entre construcciones a base de una decoración muy estudiada de estilo modernista y que se convirtió en un foco de atracción único en el norte de España, no en vano ésta de Infiesto con las instalaciones de Zaragoza y Navarra eran las pioneras piscifactorías del país. De aquella época aún dan testimonio el elegante porte de los abetos, de las douglasias, los cedros, las secuoyas y, sobre todo, de las dos tuyas gigantes e imponentes.
No es de extrañar que incluso acudieran al lugar, además de muchas personalidades, miembros de la familia real. El 31 de julio de 1909 visita las instalaciones Su Alteza Real doña María Isabel Francisca de Asís, Infanta de España e hija de la reina Isabel II. Hacia el año 1924 llega a la Piscifactoría de Infiesto el Príncipe de Asturias, hijo del rey Alfonso XIII; y en1929, su hermano, el infante don Jaime.
A partir del año 1965 se llevan a cabo nuevas obras de reforma que cambian la fisonomía de este espacio, al perder con las mismas esa condición de parque público, y al destruirse los detalles de la inspiración modernista, en aras de una mayor eficacia en cuanto a producción y gestión del espacio.
En efecto, el Servicio Nacional de Pesca Fluvial y Caza acometió en el mes de agosto de 1965 la reforma de las instalaciones de tan histórico establecimiento. En un principio se construyeron 126 estanques de diferente tamaño y capacidad, todos con fondo de hormigón y una superficie total de 1964 metros cuadrados y un volumen de agua de 900 metros cúbicos. Con ello se obtuvo una capacidad mínima para incubar más de un millón de huevos de salmón; la capacidad normal para alevines de un mes fue de 920.000 individuos, y la capacidad máxima ascendía a 3.120.000 ejemplares para la misma unidad de tiempo.
Otra novedad muy significativa que supuso la reforma consistió en la forma de repoblación. Hasta la fecha la repoblación de salmónidos se hacía con huevos embrionados en cajas Vibert y la suelta de los alevines en pocas semanas, lo que suponía que aún no habían desarrollado los mecanismos suficientes para defenderse contra todo tipo de depredadores. Ahora las sueltas, del salmón en especial, se llevarían a cabo, salvo excepciones de superpoblación, cuando los ejemplares hubieran cumplido el año y hubiesen alcanzado una longitud superior a los diez centímetros para el salmón y a los cinco centímetros para las truchas.
La técnicas de transporte también se modificaron convirtiéndose en el modelo más moderno de España. Se recurría a garrafas de plástico con oxígeno a baja presión para los ejemplares que medían menos de cinco centímetros, y se disponía de un vehículo provisto de un tanque, dotado de un circuito especial para aireación de la misma, y destinado a peces de más de un año. Este sistema de transporte permitía, además, una autonomía de seis horas de viaje entre la piscifactoría y el lugar de la suelta.
En esta época la piscifactoría de Infiesto tiene la función de repoblar con salmón y trucha autóctona los ríos de la Comunidad Autónoma. Tiene una capacidad máxima de incubación de hasta dos millones de huevos, pero la capacidad efectiva depende de los planes de repoblación que se establezcan para cada año.
Dificultades de orden político, y en menor medida económicas, fueron arruinando esta infraestructura que tan provechosa podría resultar para mantener nuestro medioambiente. Ahora, por fin, y ante el clamor de los vecinos de Piloña, que ven las condiciones de abandono a las que está sometido este equipamiento tan singular, parece abrirse una nueva etapa al hacerse cargo del mismo la asociación El Esmerillón, que pretende criar allí hasta un total de 700.000 alevines de trucha y reo cuando las instalaciones se encuentren de nuevo a pleno rendimiento, circunstancia que podría ocurrir en algo menos de tres años.
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