lunes, 18 de octubre de 2021

Los ríos asturianos: entre el paraíso y el vertedero

 

Cuando me encontraba en plena redacción de este artículo que me solicita Rafa González, recibí un video sobre el río Sella donde se pueden observar imágenes divididas en dos partes: ‘Lo que se ve’ y ‘Lo que no se ve’.  Es un video estremecedor de 3 minutos de duración que vale más que mil palabras para diagnosticar la situación de nuestros ríos y describir una de sus causas: la basura que los invade con total impunidad de sus causantes, y ante la pasividad absoluta de las administraciones competentes del Estado y del Principado para la protección de nuestras aguas continentales.


Hace años que los aficionados a la pesca, colaboradores voluntarios y generosos de la protección de los ríos asturianos, venimos reclamando ayuda, atención y cuidados para las joyas del Paraíso Natural que son nuestras corrientes fluviales. Denunciamos los estragos de las extracciones salvajes de áridos y los obstáculos artificiales que mutilan los cauces; criticamos la mayoría de los encauzamientos que se diseñan y construyen alterando las riberas, las playas y los pozos que conforma la naturaleza; culpamos a los vertidos que envenenan, provocan la pérdida de pureza de las aguas y dañan gravemente la flora y la fauna de las riberas; clamamos contra las especies invasoras que diezman nuestras especies autóctonas, alguna de ellas, como los salmones, los más meridionales de Europa; condenamos y reclamamos medidas de vigilancia contra el furtivismo.

Pero una nueva plaga amenaza nuestros ecosistemas fluviales: la basura. Lo que se muestra en el video del río Sella sería impensable que pudiera filmarse en el parque de San Francisco de Oviedo, en el de Isabel La Católica de Gijón, en el de Ferrera de Avilés, en el Dolores Fernández Duro de La Felguera, en el Jovellanos de Mieres.

Esto quiere decir, de entrada, que nos encontramos ante otro episodio más, indicativo del conflicto existente entre la Asturias rural y la Asturias urbana generado por un desarrollo económico y social descontrolado que castiga duramente a las zonas más alejadas de los núcleos urbanos donde se genera la actividad y los bienes cuyos deshechos acaban en el fondo o en las orillas de los ríos, sin que ningún colectivo ecologista ponga freno o diga ‘basta ya’ a la Consejería de Medio Ambiente y Cambio Climático del Principado -muy preocupada por los plomos de los pescadores que traban sus aparejos- y a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico que prohíbe navegaciones  pero no vigila las que autoriza, ni tampoco vela por el respeto a los caudales mínimos obligatorios de las concesiones de saltos de agua, presas y tomas existentes.

Soy consciente de que no es un problema exclusivamente asturiano, sino un grave problema de ámbito supranacional. No quiero omitir que, a través de los ríos de todo el mundo, la basura urbana llega a los mares y océanos, principalmente los plásticos. Datos de la ONU señalan que, ‘aproximadamente 7 millones Tm. de residuos son arrojados o llegan anualmente a los mares y océanos de nuestro planeta: neumáticos de coches, botellas de plástico, latas, líneas y redes de pesca, bolsas de plástico, aplicadores de tampones, colillas de cigarrillos, pilas, condones… y la lista continúa’. 8 millones de objetos son arrojados al agua cada día y 45.000 pedazos de residuos plásticos flotan en el mar de media por milla cuadrada. El 80 % de esta basura proviene de tierra. La cantidad de trozos de plástico que flota en la superficie se ha incrementado más de cien veces en los últimos 40 años. 

Pensando en nuestro Paraíso Natural asturiano, y pensando en nuestro pequeño trozo de responsabilidad para velar por la salud de las aguas de nuestro planeta ¿cuándo empezaremos a pensar en nuestros ríos y en nuestros mares, los grandes olvidados del ecologismo militante que todo lo invade? ¿Las administraciones públicas responsables de la policía de aguas y de la protección de los ecosistemas fluviales seguirán cruzadas de brazos ante este problema? ¿El único problema que estas administraciones creen que tienen nuestros ríos, y que afecta a nuestra riqueza piscícola, somos los pescadores, y por eso hay que recortar días de pesca, prohibir las artes que pescan mejor, pescar sin muerte, limitar capturas, y así hasta prohibir la pesca o hacerla imposible?

Pues no. Los problemas de nuestra fauna piscícola son las extracciones salvajes de áridos, los obstáculos artificiales que mutilan los cauces, los encauzamientos que alteran las riberas, las playas y los pozos que forma la naturaleza, los vertidos que envenenan y dañan gravemente la flora y la fauna de las riberas, los depredadores sin control y las especies invasoras que diezman nuestras especies autóctonas, el furtivismo… Y ahora también, cada día más, la basura. Vean el video del río Sella, por favor, y quienes pueden y deben de hacerlo adopten las medidas proporcionales para la solución. 

¡Basta ya de hipocresía y de fobia anti pescadores para ocultar la pasividad de las administraciones!.


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