Cerré la temporada de pesca en el coto de Gradefes en el Esla en septiembre, con una reposada jornada de poco más de dos horas, que fue entretenida. Con un río bajo, típico de los cauces regulados leoneses en esta época, las ninfas tropezaban en algas y piedras y la seca no encontraba pintonas dispuestas a hacer por ellas. Enredando con unas y otras, alguna trucha se dejaba ver, pero se emperraban en picar con la desgana propia de un día que barrunta tormenta y no termina de romper a llover. Las hormigas aladas corroboraban mis sospechas, sin que la eclosión fuese suficiente para que los peces hicieran por ellas.
Al final un par de peces a la mano, uno de cierto porte, que colmaron mis pretensiones, resultando una jornada sosegada y relajante en la mejor compañía. No pido más.
Decir que León ha mejorado espectacularmente sus poblaciones trucheras en los últimos años, es una verdad irrefutable, datos oficiales lo corroboran, con densidades altísimas e incremento notable del tamaño medio de los ejemplares.
Recuerdo cuando los primos leoneses de los que aquí protestan por cupos, tallas, vedas, ninfas y demás lindezas, se rasgaban las vestiduras contra la ley proteccionista que regularía la pesca en Castilla y León, pero quién gobierna y gestiona se mantuvo firme. La Ley 9/2013, de 3 de diciembre, de Pesca de Castilla y León, probablemente no sea mejor que la de Asturias, de nombre largo y pretencioso, la de Cantabria, etérea y densa, o la de Galicia, más prolija y confusa, pero la diferencia está en que la de nuestros vecinos del sur se aplica y se cumple.
Negar la evidencia resulta ridículo y hasta patético, en la línea de los que dicen que la pesca sin muerte no sirve para nada, pero los datos y resultados se comprueban a orillas del Orbigo, Esla o Duerna. Puedes tener un día mejor o peor de pesca, pero siempre tendrás la seguridad de que hay peces.
Para los que presumen de tener datos de países inexistentes, con río utópicos y basándose siempre en estudios poblacionales hechos por la Universidad de Nunca Jamás, nada mejor para restregarles por el focico, que datos, reales, oficiales y contrastados, con una serie histórica ya razonable desde la aplicación de la nueva Ley de pesca en León.
https://medioambiente.jcyl.es/web/es/caza-pesca/informes-seguimiento-control-poblaciones.html
Pero para que todo esto sea posible, debemos recordar el Santo Grial: RIOS PECES PESCA, que en León se cumple, ya que sin río no hay nada. Las recientes intervenciones en el río Orbigo, modificando su encauzamiento y respetando la llanura fluvial, suponen un cambio en el planteamiento de este tipo de intervenciones. Si además hacemos un proceso de concertación, en el que se explica y pide opinión a la ciudadanía, no solo a los pescadores, conseguimos implicación y conocimiento. Estas obras de ingeniería fluvial, que respetan la nueva normativa referida a inundaciones, regeneran cauces, riberas y lecho, naturalizando el entorno. El video adjunto nos ayuda a comprender el proceso y ver sus efectos.
https://www.youtube.com/watch?v=YdsRnOG6jX0
La recuperación de la conectividad lateral es clave en el proceso, junto con la de las llanuras aluviales, que toda la vida se inundaron. La escollera se aleja del cauce, con un retranqueo de los diques lejos del agua, protegiendo y respetando el cauce histórico. Seguridad y protección ambiental no deben ser incompatibles.
No creo en las casualidades, pero me convencen más los resultados, y me gusta escuchar decir que los ríos en encauzados son una aberración hidráulica, en boca de los responsables de su gestión.
Sobre la base de un completo estudio hidrológico, con datos estadísticos históricos y las aportaciones de los lugareños, se establece un plan de acción y se opera en consecuencia. Directo y eficaz.
Después de esto (RIO PECES) ya si eso nos ponemos a hablar de pesca, y vemos como podemos echar unas varadas en ríos trucheros leoneses, con buenas aguas y mejores poblaciones, desde abril al 12 de octubre. Pero resulta, que encima casi todas las aguas, excepto los tramos libres de pesca sin muerte, son de acceso controlado, no todas de pago, y podernos establecer planes de gestión, controlando el número máximo de ejemplares que podemos sacrificar. Resumiendo, tenemos series de datos sistemáticas de las poblaciones, sabemos el número máximo de ejemplares que se van a sacrificar y nos preocupamos y controlamos el estado de los ríos…casi nada ¿no?.
Espero que entendamos entonces, las inexplicables causas que permiten a los ríos leoneses ser uno de los mejores destinos trucheros estatales, aportando datos y hechos reales y palpables. Seguramente, alguno de los múltiples catedráticos chigreros o chamanes fluviales que abundan por nuestros ríos, no estará de acuerdo conmigo, pero en esta ocasión lo va a tener más complicado que otras veces, para buscar argumentos razonables que rebatan los míos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario